La existencia de las situaciones
de violencia a los mayores ya sea en la familia o sea en las instituciones de
asistencia y atención provoca un fuerte choque en la población y en los
profesionales. Es frecuente encontrar una cierta resistencia en su reconocimiento. Esta resistencia
proviene del choque entre tales datos o sospechas y la representación social
clásica de la familia y las instituciones como “lugares” de protección.
La selección y atención a los
casos más severos, más dramáticos sirve
para entender el maltrato a los ancianos como algo extraordinariamente anormal
y alejado de la realidad cotidiana. Pero este tipo de deformaciones,
exageraciones y presiones emocionales alrededor de los temas de la violencia o
la desatención a los ancianos no ayudan en absoluto en el abordaje adecuado del
problema y de las posibles causas o factores de riesgo que lo sustenten.
Este concepto suele referirse a aquellas situaciones
no accidentales en las cuales un anciano sufre daños físicos, de privación de
sus necesidades básicas o daño psíquico como resultado de un acto o una omisión
por parte de quienes deben cuidarle
En el caso del maltrato a los
ancianos se suele diferenciar claramente entre el maltrato de tipo familiar y
el de tipo institucional y, dentro de ellos, entre el maltrato de tipo activo y
pasivo y el maltrato de tipo físico y psíquico.
Se presume que entre un 2,5% y un
3,9% de los ancianos son maltratados en el seno de la familia.
JOAQUÍN DE PAÚL
Prof. Titular de Psicología Universidad San Pablo CEU. Madrid y JOSÉ LUIS LARRIÓN Médico Geriatra Hospital Público de Pamplona (Navarra)
El maltrato de personas mayores
José Luis de la Cuesta Arzamendi (ed)
Donostia-San Sebastián, 28 noviembre 2005